Fernando Cancel, presidente de Kantai, analiza el comportamiento del mercado premium.
Se trata de un segmento que agrupa las mejores construcciones de una época de esplendor de la Argentina y por lo tanto muy cotizado. Lo eligen quienes buscan un ámbito residencial en un circuito de máxima categoría, con cercanía al centro y a otras áreas. Demanda y oferta, exigentes.
¿Cuál es la situación de este sector tan particular?
El mercado Premium no se rige por pautas establecidas. Es limitado y así se observa tanto en la demanda como en la oferta. Son pocas las zonas que lo integran en la ciudad; en la provincia tampoco abundan, pero hay que considerar en la zona norte algunos sectores sobre el río, con casas muy importantes. En la ciudad este segmento abarca desde la Avenida Libertador hasta el Hipódromo y del otro lado, hasta Pueyrredon. También Figueroa Alcorta hasta Casares; más al centro la Avenida Alvear. Y dentro de ese circuito es necesario incluir otras áreas como La Isla, Gelly y Obes, plaza Alemania, plaza Francia, para citar algunas, que cuentan con edificios antiguos, de gran nivel y con amplias superficies (por ejemplo entre 400, 500 y 600 m2). Existe un público que busca esa oferta. El único inconveniente que encuentran es que la mayoría de esos edificios no tienen cocheras, porque cuando se construyeron las familias estacionaban el auto en la calle. Lo ideal es encontrar un edificio de gran categoría, con las comodidades de una propiedad moderna.
¿Cómo se comportan las variables?
Algunos de esos edificios son muy buscados, de modo que cuando sale uno a la venta en ese nivel tiene un comprador. Siempre aparece alguien que está esperando una propiedad de gran categoría. Sucede, por ejemplo, con gente que viene de otros barrios, que le fue muy bien y que está en condiciones de adquirir una propiedad Premium. La mayoría son de mediana edad, de entre 30 y 40 años. La gente mayor ya está instalada y se mueve siempre en el mismo círculo. En muchos casos los compradores son empresarios exitosos que llegan de afuera y que buscan un espacio Premium para vivir. Se mudan a zonas como Libertador, La Isla, Barrio Parque, Palermo Chico… Sin embargo, muchas de las casas de Palermo Chico, por ejemplo, no son muy grandes y tienen lotes angostos. Aunque algunos propietarios han realizado modificaciones para poder instalar un garaje. Desde luego, el hecho de contar con cochera hace que se venda con más facilidad e incrementa el valor. Palermo Chico es muy buscado porque es un ámbito elegante y a la vez rodeado de verde, donde el empresario cuenta con la facilidad de estar cerca de su oficina en pocos minutos. Algunos dicen incluso que es como vivir en San Isidro. Hoy dentro de Palermo Chico existe un solo edificio que se construye. Por ahora no hay más lugar para nuevos proyectos.
¿Qué pasa entonces con la oferta?
El tema central de la oferta es que no quedan prácticamente lotes de primer nivel en Buenos Aires. Los pocos que se ofrecieron se vendieron. Se comenta que el Gobierno de la Ciudad saldrá a vender algunos lotes muy bien ubicados y eso posibilitaría la construcción de edificios Premium. Otras opciones están fuera de la ciudad. Los jóvenes buscan desarrollos de buen nivel como Nordelta.
¿En general a este mercado no le afecta la coyuntura?
Si de algún modo le pesa. De hecho, con el aumento del dólar impactó en quienes estaban por realizar operaciones. Algunos demoraron el cierre y recién ahora se concretaron. La gente aplicó el famoso wait and see (esperar y ver) y se tomó su tiempo para evaluar la decisión. Finalmente se cerraron, pero en algún momento hubo dudas. Aunque hay que admitir que en este nivel de operaciones y pese a los contratiempos, se concretan. Pero las complicaciones surgen y hay que atravesarlas.
¿Cuál fue la clave de tu elección en esta empresa?
Me di cuenta que tenía la suerte de compartir los mismos gustos con mucha gente con la que trabajé. Eso fue decisivo, pero además creo que fue la forma de encarar el negocio. Pensaba en el comprador y me planteaba siempre vender aquello que yo hubiera elegido para mí. Si tengo que vender una propiedad que no me gusta, no la vendo. Y esto la gente lo valora. Esta manera de trabajar se lo transmití a las generaciones que vienen junto con un equipo sólido. Todos trabajamos aplicando los mismos criterios.